Disculpas presidente de Angola por matanza reaviva injerencia cubana

Las recientes disculpas oficiales y públicas del presidente angoleño, João Lourenço, por una matanza gubernamental de 1977, abrió la vía para investigar la implicación cubana en la represión interna, a favor del gobernante Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA).

Lourenço pidió disculpas a las familiares de las entre 30 mil y 90 mil víctimas de una matanza desatada en Angola, tras un intento de golpe de estado de una facción del MPLA, encabezada por Nito Alves y José Van Dunem, el 27 de mayo de 1977, abortado con la participación de altos oficiales y militares cubanos.

El gobierno cubano, que suele hacer propaganda permanente de sus victorias militares en África y ensalzar a su estratega en jefe, el fallecido presidente Fidel Castro, ha eludido cualquier pronunciamiento sobre las disculpas oficiales del mandatario angoleño que -en enero- canceló un convenio por valor de 77 millones de dolares con la empresa militar cubana Imbondex, del conglomerado GAESA.

Pero silencio oficial del gobierno de Miguel Díaz-Canel sobre un tema espinoso para ambos países, no impide confirmar la participación de la entonces Misión Militar de Cuba en Angola (MMCA), en la neutralización del golpe que, además de pugna local, produjo una de las tantas discrepancias entre Moscú y La Habana, en ese país africano.

Americanista no ha podido confirmar la participación de militares cubanos en las matanzas ulteriores al golpe de estado, desatadas por el entonces gobernante Agosthino Neto, pero los testimonios de Raúl Castro, Abelardo Colomé Ibarra y Rafael Moracén confirman la intervención de Cuba en un asunto interno de Angola, como también ocurrió en operaciones contra el FNLA, de Holden Roberto, y la UNITA, de Jonás Savimbi y la “lucha contra bandidos”, que La Habana cifró como Operación Olivo.

El propio Neto confirmó la intervención cubana en sus luchas contra adversarios internos, durante una reunión con Fidel Castro, en Luanda, el 23 de marzo de 1977, en la que ambos coinciden en calificar de buenas las relaciones bilaterales y a solo dos meses del intento de golpe de estado.

Versión del Consejo de Estado de Cuba sobre diálogo entre Neto y Castro en Angola.

Pero por debajo de la cordialidad oficial, en La Habana latía una preocupación notable por la suerte de Agosthino Neto, como reveló el entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Raúl Castro, en un Memorándum al Comandante en Jefe, dando cuenta del malestar angoleño con los soviéticos por haber apoyado y dialogado con los dirigentes del golpe de estado.

Raúl Castro deja clara su certeza sobre la participación de Moscú en el golpe de estado contra Neto, cuando afirma: “Conociendo a los soviéticos, y sobre todo a los militares, se puede afirmar que estas conductas y manifestaciones individuales, aun siendo absolutamente espontáneas, se explican, en última instancia, por el conocimiento de una determinada valoración política de sus jefes superiores”.

Aunque no lo explicita, obviamente el entonces segundo hombre de Cuba reivivía con el golpe de Angola, su experiencia del episodio de la microfracción, cuando un grupo de militantes del Partido Socialista Popular, agrupados en torno a Aníbal Escalante y Joaquín Ordoqui, promovieron una corriente crítica contra Fidel Castro y compartieron confidencias con la Embajada soviética en La Habana, siempre según la versión oficial.

Fotocopia del informe de Raúl a Fidel Castro

Tal es la sensibilidad que detecta Raúl Castro en la facción netista del MPLA, que decide no abordar con ellos el resquemor hacia los soviéticos, aunque alude a un informe del entonces Delegado del Ministerio del Interior en Angola y jefe de la Dirección General de Inteligencia de Cuba, José Joaquín Méndez Cominches, que permanece clasificado aún como Secreto.

Fotocopia del informe de Raúl a Fidel Castro

Los peores parados entre los soviéticos, son los coroneles Grishin y Teodoroff, cuyo comportamiento “escandaloso” motivó una crítica de Neto ante angoleños y cubanos, dice Raúl Castro en su nota secreta de entonces, que recrimina el comportamiento del Comisario de Luanda, Pedro Fortunato, acusando a los cubanos de hacer fracasar el golpe y revelando que los embajadores de la URSS, Bulgaria y Viet Nam habían recibido a los jefes golpistas, en los días previos a la intentona.

Fotocopia del informe de Raúl a Fidel Castro.

El coronel Grishin escondió en su casa y trasladó en su automóvil a uno de los “sediciosos”, informa Raúl Castro, que citando a una fuente soviética en Luanda, que antes había estado en Cuba como corresponsal, afirma que su embajada “tiene desorientado al Centro en Moscú”.

El informe revela los temores de los Castros a tener otro encontronazo con los soviéticos en un tercer país, tras la bronca y represalia temporal de Moscú por los excesos subversivos en América Latina, que se saldó con el asesinato de Ernesto Guevara, el surgimiento de Sendero Luminoso y la partición entres de la entonces Dirección de Inteligencia de Cuba, que alumbró el departamento Liberación Nacional, sacando a Manuel Piñeiro de la DGI; y la Dirección de Operaciones Especiales (DOE), comandada por José Luis Padrón.

La ventaja que sacó Fidel Castro de la reprimenda soviética, incluida la paralización de las entregas de petróleo, es que la Contrainteligencia norteamericana y la CIA, cuando contrarrestaban los esfuerzos cubanos, no sabía si lidiaban contra la DGI, Liberación o DOE.

Colomé, Moracén y UNECA

Cuando ocurre el intento de golpe de estado, Colomé Ibarra transmitió a Neto la disposición de las tropas cubanas de entrar en acción para contrarrestarlo, y el presidente dio luz verde; aunque en ese momento la jefatura de la MMCA carecía de batallones de tanques, debido a la primera retirada gradual de Angola y al reforzamiento del enclave de Cabinda, una obsesión de Fidel Castro.

“Solo había unos pocos (tanques) para entrenar angolanos, (…) buscamos a un compañero que sabía manejarlos, aunque no supiera tirar con el cañón. En esas condiciones enviamos al General de División (r) Jesús Bermúdez Cutiño al frente de un poco más de una compañía, hacia la Novena brigada, que era la sublevada, y la tomamos sin problemas”.A su vez, el General de Brigada (r) Rafael Moracén se encargaba de controlar la estación de radio que se había unido al golpe”, contó Colomé a Luis Báez en Secretos de Generales.

General de Brigada (r) Rafael Moracén Limonta

Moracén, que fue jefe del Batallón Presidencial de Angola durante los mandatos de Agosthino Neto y José Eduardo Dos Santos, hizo la lectura más política del golpe de estado, sin dejar de aplicar la visión de sus jefes en La Habana, pero muy aguda.

“Esa intentona contrarrevolucionaria hizo mucho daño al proceso de desarrollo de la sociedad nacional angolana. Fueron asesinados valiosos cuadros del MPLA y de las FAPLA”, afirmó en el libro Secretos de Generales, donde narró detalles de su participación en la neutralización de la revuelta, ante la que fue advertido previamente por Raúl Castro, para que estuviera a la viva “porque en cualquier momento se podía producir un intento de golpe de Estado”.

“En el mes de mayo, las contradicciones de Nito Alves con el gobierno y el MPLA eran más evidentes, y la conspiración más intensa (…) Se hablaba mucho de la posibilidad de golpe de Estado, pero Neto nunca creyó que fueran a llegar tan lejos. (…) Se le planteó a Neto que no estuviera en palacio; sin embargo, dijo que para irse hacia otro lugar había que asegurarle que el palacio no sería tomado. Saqué de mi unidad dos compañías y reforcé la guardia presidencial”, relató Moracén.

El 27 de mayo, fuerzas leales a los golpistas Alves y Van Dunem tomaron la cárcel y soltaron a todos los presos, entre ellos a los mercenarios; se apoderaron de la Radio Nacional y empezaron a manifestarse en grupos por las calles, los principales jefes militares fueron a la Octava Brigada de Luanda a buscar refuerzos, pero según iban entrando, eran apresados, describió el militar cubano con más misiones en diferentes países de África.

De izquierda a derecha: Neto, Dos Santos y Nito Alves

Al trasladarse hacia el Palacio Presidencial, Moracén coincidió con una manifestación que avanzaba con los militares golpistas, ordenó que no podían tomar la presidencia y fue en busca de su batallón, ordenándole avanzar en alarma de combate, desde la cercana localidad de Vidrul, hasta la sede presidencial, dejando en el barrio de Zambizanga, a una compañía de tanques, como reserva.

Asegurado el Palacio Presidencial, Neto ordenó a Moracén retomar el control de la Radio Nacional de Angola, adonde acudió con parte de su tropa en vehículos militares BTR y camiones, pero se produjo una confusión entre golpistas y defensores del presidente, que provocó un fuerte intercambio de disparos entre ambos bandos,

Moracén tomó la radio con quince angolanos y cubanos, que junto a casi 200 efectivos que estaban en los alrededores, evitaron que los golpistas recuperaran la emisora, donde fueron desarmados los partidarios de Alves y Van Dunem, y el oficial cubano recibió el apoyo de su compañía de tanques.

La radio no dejó de trasmitir. Moracén obligó al locutor a decir: Viva Neto y, arrebatándole el micrófono, improvisó un discurso en portugués, salpicado de malas palabras cubanas y luego avanzó hacia la sublevada Octava brigada y la cárcel, donde ayudó a restablecer el orden, según su testimonio.

En la neutralización del golpe de estado, la delegación de la empresa cubana Unión de Empresas Constructoras Caribe (UNECA), al mando de Levy Farah, un histórico del Directorio Revolucionario 13 de marzo, también desempeñó un papel crucial, pero apenas hay testimonios de su participación y la caída en desgracia posterior de su jefe, acrecentó el olvido, enfermando para morir, siendo director de la Terminal Interprovincial de Omnibus de La Habana.

En la tristemente célebre Causa 1 de 1989 abundaron los testimonios sobre la participación de UNECA en negocios con el ejército y el Ministerio del Interior cubanos en Angola, pero de su cooperación con medios técnicos y humanos en la neutralización del golpe de estado de 1977 apenas trascendieron.

Actualmente, UNECA no tiene obras en Angola, pero si en Sudáfrica, Namibia, en las Guineas Conakry y Ecuatorial, en Antigua y Barbuda y Venezuela, además de Cuba, según su web.

Obra de la UNECA en África

Pero otro documento desclasificado da cuenta de las preocupaciones de Farah porque los angoleños vayan a interpretar la potencia política y militar de Cuba como símbolo de una economía próspera y pujante, que es muy dependiente de la Unión Soviética y carece de dólares norteamericanos, a causa del embargo.

El razonamiento del entonces jefe de la UNECA obedece a la necesidad de establecer una cifra para cuantificar la colaboración civil con Angola, que propone tome como referencia la entonces Escala CAME (agrupación econñomica del bloque soviético) y alude a la preocupación e incomprensión de Fidel Castro a ciertas demandas de Luanda, como reflejan las dos primeras páginas del documento.

Fotocopia página 1 del informe de Levy Farah
Fotocopia página 2 de informe de Levi Farah

Obviamente, con la propuesta de Farah queda desmentido el carácter desinteresado de la supuesta solidaridad con Angola, a quien se rechazó una donación de café, cuando supo que escaseaba en Cuba.

Hace 44 años, el MPLA cerró la crisis asesinando a miles de angoleños, incluidos muchos de sus cuadros y militantes, el Partido Comunista de la Unión Soviética preparando a José Eduardo Dos Santos, como delfín, sin dejar de atender médicamente a Agostinho Neto, que murió en Moscú, dos años después; y el Partido Comunista de Cuba reforzó la colonización de Angola, que se extendió incluso hasta 1991.

Pero las diferencias cubano-soviéticas nunca dejaron de animar la geopolítica, como recordó Ulises Rosales del Toro, hace unos años, asegurando que ambas partes evidenciaron sus contradicciones en el frente de guerra africano. ¡Palabra de jefe de Estado Mayor!

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