Cuando Gustavo Petro asumió la presidencia en Colombia en 2022, se restablecieron las relaciones diplomáticas con Venezuela, que habían estado congeladas durante casi cuatro años bajo el mandato de Iván Duque, quien desconoció la legitimidad de Nicolás Maduro. La primera reunión oficial de los mandatarios, el 1 de noviembre de ese año, se celebró en un ambiente de moderación y optimismo en el palacio de Miraflores, Caracas, donde ambos expresaron su satisfacción por la restauración de los vínculos bilaterales. Sin embargo, esta relación, que ha sido en su mayoría cordial, ha estado salpicada de diferencias y críticas.
Colaboración y apoyo mutuo
Petro ha defendido a Venezuela en el ámbito internacional, especialmente en sus gestiones ante Estados Unidos para eliminar el sistema de recompensas sobre líderes del chavismo y su denuncia de las sanciones internacionales como una causa de la pobreza en Venezuela. Además, Maduro ha respaldado activamente las iniciativas de paz de Petro con las guerrillas del ELN y la disidencia de las FARC, calificando estos esfuerzos como pasos hacia una “paz definitiva” para Colombia. A su vez, el presidente venezolano ha apoyado el papel de Petro como facilitador en los diálogos entre el gobierno chavista y la oposición venezolana, elogiándolo como un “garante” del proceso.
Tensiones en aumento
Sin embargo, las diferencias entre ambos presidentes se hicieron evidentes con la decisión de inhabilitar políticamente a la líder opositora venezolana María Corina Machado hasta 2036, una medida que Petro criticó, considerándola un “golpe antidemocrático.” Las tensiones se intensificaron en abril de 2024, cuando Petro cuestionó con fuerza esta inhabilitación, que impidió a Machado participar en las elecciones presidenciales de julio, pese a haber ganado las primarias opositoras con un amplio respaldo popular. Maduro trató de restarle importancia a este desacuerdo, enfatizando que las diferencias no debían convertirse en un motivo de conflicto entre ambas naciones.
La reelección de Maduro, anunciada en julio por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, ha marcado un distanciamiento aún mayor entre ambos líderes. Petro ha adoptado una postura crítica y ha negado su reconocimiento al resultado electoral hasta que se publiquen los datos desagregados, una exigencia que aún no ha sido satisfecha y que pone de relieve la creciente distancia entre ambos gobiernos.
Balance
A dos años de la reanudación de sus relaciones diplomáticas, Maduro y Petro mantienen una relación diplomática frágil, balanceando la colaboración en temas de interés común con sus diferencias en cuanto a derechos humanos y transparencia electoral. La moderación inicial ha dado paso a críticas cada vez más explícitas, lo cual sugiere que, si bien no se espera una ruptura inmediata, los vínculos entre Venezuela y Colombia podrían enfrentar desafíos crecientes en el futuro.